Rafael Areses
Este discurso procedente de una entrevista en Intereconomía, expone una visión panorámica del momento exponencial que atraviesa la inteligencia artificial (IA), destacando que su uso se ha normalizado y transversalizado a todos los sectores, especialmente desde el punto de inflexión que supuso el lanzamiento de ChatGPT en noviembre de 2022. Aunque mucha gente aún no la utiliza a diario, la IA ya se aplica en ámbitos tan diversos como la salud —con avances en fármacos, proteínas y materiales— y su impacto es cada vez más profundo, desde el proyecto genoma hasta la síntesis molecular. Se subraya la importancia de la curiosidad como motor de exploración y se insiste en que no llegamos tarde si hay voluntad de actuar. Respecto a la capacidad tecnológica, aún hay órdenes de magnitud por explorar tanto en microchips como en algoritmia e inferencia, con un potencial de mejora inmenso. Frente a la dicotomía entre regulación e innovación, se defiende una regulación inteligente, que no bloquee el avance pero sí anticipe riesgos. En ese contexto, se mencionan las tensiones geopolíticas y tecnológicas entre China y EE. UU., la creciente relevancia de actores como NVIDIA —clave gracias a su ecosistema CUDA y sus GPUs—, y el papel central de la infraestructura de hardware en el liderazgo de la IA. En resumen, estamos al inicio de una revolución tecnológica sin precedentes, cuyo desarrollo dependerá de la voluntad, la colaboración global y una regulación equilibrada que fomente la innovación sin renunciar a la responsabilidad.