Cinco Días: Europa líder en Ciencia rezagada en compañías de tecnología

Rafael Areses
la paradoja tecnológica europea
Estos días ha aparecido en los medios una noticia sobre el CERN (Centro Europeo de Investigación Nuclear) que seguramente habrá escuchado: el centro está utilizando su ingente cantidad de datos, procesados mediante inteligencia artificial, para revolucionar tratamientos médicos, con posibilidades de encontrar cura para el cáncer.
Siempre que se habla de tecnología y medicina, parece que, si no es para curar el cáncer, el interés queda en una capa secundaria. Sin embargo, el Trutstroke Project, impulsado por el CERN, se centra en el tratamiento del ictus y ya se está aplicando en más de 10.000 pacientes europeos, en colaboración con distintos hospitales. Además, se está empezando a utilizar para la detección de cáncer de mama, enfermedades neurológicas como el alzhéimer y tumores cerebrales.
Uno podría preguntarse: ¿qué relación tienen los aceleradores de partículas del CERN, pensados para comprobar el modelo estándar de la física, con tratamientos médicos? La respuesta es: algo, pero no tanto. El conocimiento fundamental de la materia se proyecta sobre todas las ciencias, pero aquí la clave no es el conocimiento en sí, sino la capacidad de gestión masiva de datos y su aplicación en nuevas áreas.
En España, existen tres aceleradores de protones de uso médico: el de la Clínica Universidad de Navarra en Madrid (Hitachi), el de Quirón en Pozuelo (GE) y el nuevo de Sant Joan de Déu en Barcelona (abierto en 2023). Su principal ventaja terapéutica es la capacidad de concentrar energía en un volumen minúsculo (equivalente al peso de un elefante en una pelota de pimpón), permitiendo destruir tumores sin dañar tejidos sanos, algo esencial para tratar tumores cerebrales pediátricos o lesiones complejas.
El verdadero desafío: transferir conocimiento
La reflexión importante no es médica, sino tecnológica: ¿cómo es posible que Europa, con su liderazgo en ciencia básica, no lidere también en innovación tecnológica?
El CERN, a través de su dominio en procesamiento de datos, está extrapolando sus capacidades para conseguir avances médicos extraordinarios. Este éxito contrasta con la realidad del mercado: Europa apenas tiene compañías tecnológicas competitivas.
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De los 10 millones de pacientes europeos que han sufrido ictus con secuelas, las nuevas tecnologías podrán beneficiar sobre todo a los que vengan, no a quienes ya han sufrido daños.
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A pesar de liderar en ciencia, Europa tiene solo ocho compañías tecnológicas entre las cien más grandes del mundo.
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Estados Unidos cuenta con 64, y Asia nos supera ampliamente.
¿Dónde está el problema?
La paradoja europea
Académicamente, Europa compite de tú a tú con América y Asia: 35 universidades europeas están entre las 100 mejores del mundo (por 38 americanas y 19 asiáticas). Sin embargo, la presencia empresarial tecnológica es ínfima.
Algunas razones posibles:
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Menor inversión en I+D: Europa, con más población que Estados Unidos, invierte menos de la mitad.
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Burocracia: Crear una empresa tecnológica puede tardar el doble en Europa que en EE.UU. o Asia.
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Regulaciones: Europa es campeona mundial en regulación preventiva, lo que da seguridad, pero también asfixia la agilidad necesaria para competir.
Reflexión final
Somos muy buenos en ciencia, pero no hemos sabido transformar ese conocimiento en productos tecnológicos. Esto limita nuestro peso estratégico en el mundo actual.
La regulación es esencial para garantizar derechos y libertades, y nadie propone eliminarla. Sin embargo, cabe preguntarse si quienes gestionan la política tecnológica europea están verdaderamente defendiendo los intereses del ciudadano europeo
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